Para eliminar un recuerdo primero hay que crearlo.
Se toma una rata modificada genéticamente para hacerla sensible a estímulos ópticos, un sistema para dar pequeñas descargas eléctricas y una manera de medir los pulsos.
Ya es bien conocido que es fácil plantar recuerdos falsos en un sujeto sin ser necesario comprar una aerolínea completa, científicos del MIT lo han hecho con ratas. Pierre Janet y Sigmund Freud fueron los pioneros en esta área. Para 1975, Elizabeth Loftus empezó a realizar estudios donde se utilizaba el lenguaje para modificar nuestra memoria.
Sabiendo que las memorias son algo que cambia constantemente de forma y se parecen más a una ficha de referencia que a un libro de consulta, investigadores de la Universidad de California en San Diego lograron borrar y reactivar posteriormente memorias en ratas y publicaron su estudio el día de ayer en Nature.