sábado, 13 de septiembre de 2014






El título es engañoso al modo en que es engañosa la imagen y los son los animales y todas las especies submarinas en su lucha por alimentarse y evitar a los depredadores. El increíble latigazo luminoso que se produce cerca de la boca del pez cardenal que se observa en la imagen no parte del propio pez sino que es un mecanismo de defensa del pequeño crustáceo llamado "ostrácodo", zooplancton del que se alimentan los peces cardenales. La oceanógrafa Helen Czerski ha captado el momento en que los ostrácodos lanzan el compuesto químico que genera la luz para evadirse de su victimario submarino. El pez cardenal traga al ostrácodo, pero luego lo escupe. Así que, en efecto, el pez es quien escupe la luz, aunque no la produce, sino que esta es producida por su alimento. Al ser atacado, el crustáceo libera una sustancia que emite una potente luz. ¿Es esta bioluminiscencia tóxica para el pez? No, pero si la traga, su cuerpo brillará como una linterna en medio de la penumbra submarina durante un tiempo, lo que lo hará visible a sus propios depredadores naturales. Por precaución, el pez cardenal escupe el ostrácodo que acaba de intentar comerse y se retira a un lugar más oscuro para evitar ser detectado. Es esta puja, llena de acciones y reacciones naturales, la que genera este espectáculo que parece mágico. 





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